El mayor experto de la Comisión Europea apuesta por un control exhaustivo de los aparatos que facilite el trabajo de las fuerzas de seguridad. “La policía tiene que saber dónde vuela cada dron y por quién está controlado”.
Koen de Vos (Bélgica, 1962) es el responsable de la política de RPAS en la Dirección General de Transporte (DG-MOVE) de la Comisión, en la que empezó en el año 2002 y desde septiembre de 2009 es el responsable de la seguridad aérea y medioambiental trabajando específicamente en el sector de los drones.
De Vos no se prepara los discursos. Se sitúa en el estrado frente a más de 200 personas e improvisa. Lleva más de 14 años trabajando en el departamento de Transportes de la Comisión Europea y sus últimos años, durante los cuales se ha especializado en vehículos no tripulados, le han valido el título del mayor experto en drones de la Unión Europea.
Durante su conferencia en Zaragoza —una de las pocas que ha dado en España— se entusiasma hablando de la nueva regulación europea sobre estos aparatos. La que él y su equipo llevan años creando. Y los que quedan, porque «tendrá que ser flexible y adaptarse al futuro». «No será solo una regla, sino un marco de trabajo que nos permita ir incorporando a lo largo del tiempo parches y remiendos para no dejar ningún cabo suelto», explica a EL PAÍS en una entrevista realizada en Expodrónica, una de las mayores ferias de drones de Europa.
Es un tema sensible, ya que «la falta de normas de seguridad se ha convertido en el principal problema del sector», asegura. Y también en la principal demanda de un mercado al que la UE va a destinar 430 millones de euros anuales hasta 2020 y que esperan que cree 300.000 puestos de trabajo.
Se muestra convencido de que este desarrollo de drones va a crear un gran número de puestos de trabajos. Pero, ¿tiene también un lado negativo? ¿Cuántos va a eliminar?
Todas las tecnologías son un desafío. Y, por supuesto, los drones van a sustituir a las personas en determinados trabajos, quizás en los que son más peligrosos. Por ejemplo, podremos hacer muchas más inspecciones en infraestructuras, porque ahora es demasiado peligroso, por ejemplo, mandar a una persona a analizar qué pasa cuando el puente puede estar cayéndose. Habrá trabajos, entonces, que serán realizados de una forma más barata y efectiva por un dron. Pero también aparecerán otros nuevos trabajos (operadores, analistas de datos) y otras oportunidades de negocio.
Con esta perspectiva, ¿cuáles cree que han sido los principales obstáculos a los que se ha enfrentado la Unión Europea a la hora de desbloquear el mercado de los drones?
La falta de regulación y la necesidad de encontrar un equilibrio entre el gran impulso que piden las empresas tecnológicas y las dudas que tiene hacia los drones una parte de la población. Eso último está siendo lo más complicado, porque, por un lado,queremos y debemos favorecer a este sector en crecimiento; pero, por otro, también debe ser una transición sencilla, que tranquilice a la población con información y que no desate el miedo a estos aparatos.
Y, ¿cómo se está gestionando la necesidad de lograr este equilibrio?
Intentando dar información a todas las administraciones, para que estén capacitadas de implementar las reglas: desde las instituciones europeas hasta las comisarías locales. Porque la gente, cuando tenga problemas o dudas, no va a llamar al comisario europeo encargado de aviación, sino a la policía. Y cuando llame un vecino preocupado gritando «¡Ayúdeme, hay un dron volando por encima de mi casa!», la policía tiene que tener un sistema que le dé la información necesaria para decir: «¡Tranquílicese señora, es solo el hijo de su vecino!» o «esto lo vamos a revisar más detenidamente».
¿Y cómo va a ser la policía capaz de saber quién está volando encima del jardín de una casa?
Porque la policía tendrá la información exacta de todas las operaciones de vuelos que se están llevando a cabo. Tienen que saber dónde ha estado volando cada dron y quién lo controla. La regulación tiene que dar herramientas a la policía para luchar contra delitos de privacidad.
Pero, ahora mismo el sector de los drones crece muy rápido y la regulación se está quedando atrás. ¿Cuánto tiempo tenemos que esperar para tenerla?
No puedo decir cuándo será exactamente, si en los próximos meses o años, porque la espera será proporcional al crecimiento y densidad del tráfico de drones. Todavía no tenemos tantos como para que la gente empiece a llamar preocupada, pero para cuando eso pase tenemos que ser capaces de proveer información a la policía.
¿Es esa la parte de la regulación prioritaria en este momento?
No, la prioridad es tener todas las partes de la regulación listas al mismo tiempo. Esa es nuestra mayor responsabilidad, porque si hay algún aspecto que se nos olvida, luego podemos tener problemas. ¿Qué pasa con los drones que sobrevuelan los estadios? ¿Qué vamos a hacer con los que protesten porque haya muchísimos drones sobrevolando su jardín? Si no tenemos la información lista vamos a crear malestar e incomodidad entre la gente.
¿Se van a dedicar unas normas exclusivas para los drones que sobrevuelen la ciudad, por haber mayor aglomeración de gente?
Necesitamos una regulación proporcional al tráfico que haya y puede ser que en la ciudad haya tantos drones volando que las fuerzas de seguridad quieran saber exactamente por quiénes están manejados, por si tienen que interceptarlos en muy poco tiempo. Así que será una regulación más estricta que la de las operaciones en campo abierto, porque allí la policía puede tener más tiempo para intervenir al haber menos gente. Ese será uno de los cambios de la regulación: centrarla en el tipo de operación que vaya a llevar a cabo el dron, en vez de en el peso, como hasta ahora.
Una de las grandes preocupaciones de la nueva regulación es la sostenibilidad: reducir emisiones CO2. ¿Cuál puede ser el impacto de los drones en este objetivo?
El impacto puede venir por varios sitios. Por ejemplo, la mayoría de los drones son eléctricos, si regulamos que puedan hacer pequeños encargos y repartos de paquetes podremos descongestionar mucho el tráfico en la carretera. En otro ámbito: para el riego y la fumigación de los campos. Los drones pueden analizar exactamente que fracción del campo necesita qué cantidad exacta de agua y herbicida. Eso es ya un beneficio medioambiental, porque no se desperdicia nada. Pero, lo más importante es que el dron es solo la plataforma para otras tecnologías, así que tiene cientos de posibilidades.
Otro de los objetivos de la estrategia de aviación es reducir costes. ¿Cómo cree que los drones pueden ayudar a esto?
Por ejemplo, con funciones de vigilancia automáticas. La tecnología de los drones está automatizada, es decir, utilizan un sistema inteligente que hace que las máquinas se comuniquen y se detecten para que puedan volar sin que haya choques. Así solo tendríamos que dar el permiso para que empezaran a volar.
Pero, uno de los problemas de estos sistemas tan automáticos es la seguridad. ¿Qué medidas se están preparando en cuanto a ciberseguridad?
Es algo importante. Lo primero es que a los drones se les va a aplicar la ciberseguridad que estamos aplicando a todos los sistemas. Además, hay requerimientos especiales como tener el dron identificado, por si tiene que ser intervenido. Por otro lado, también hay que poner barreras: los drones sospechosos no deberían poder volar. Las fuerzas de seguridad deben poder decir: tú no puedes volar.
Entrevista realizada por: http://elpais.com/
Fuente: http://tecnologia.elpais.com/
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