La empresa española Royalverd utiliza drones para cuidar el césped de los campos de la Liga.
Los aficionados al fútbol disfrutamos de los grandes jugadores, nos fijamos en los modelos de las botas y nos compramos las camisetas de los ‘cracks’ , pero el gran olvidado es el césped. La plataforma del espectáculo y que debe estar inmaculado para el disfrute de los jugadores y del público. Para ello, se utilizan drones con cámaras para controlar la salud del verde.
Una de las empresas más especializadas en el sector Royalverd (Olot), que ha colocado el césped en más de una decena de estadios de equipos profesionales españoles (Barcelona, Valencia, Celta, Levante, Betis, Espanyol, Almería) y muchos más de equipos modestos. Además, lleva el mantenimiento de todos ellos.
Eudald Morera es el director general y explica que se iniciaron en esta aventura en 2003 porque «vimos que podíamos mejorar la superficie de juego para dar las mismas oportunidades a todos los equipos». Cada caso es diferente y depende de variables, pero «el precio medio está en torno a los 150.000 euros. El precio final depende de la distancia del transporte, del sustrato, del estado de la superficie donde se coloca y el sistema de riego, entre otras cosas», añade.
La gran evolución que ha logrado implantar Royalverd es automatizar el trabajo con las máquinas: «Donde ahora trabajan 12 personas, hace cuatro años lo hacían 60 y tardaban 8 días. Los operarios controlan las máquinas y son las que operan. Son más fiables, antes el trabajo era manual, el césped sufría y perdía calidad. No solo mejoramos la colocación, sino la presión para conseguir la mayor densidad de la planta».
Para conocer el estado del césped, se utiliza una estación meteorológica (Smart Turf) y también “ drones para volar con cámaras multiespectrales que determinan la invasión de las malas hierbas, los hongos, enfermedades y el estado hídrico del césped».
Eudald nos guía por la ruta que hace el césped desde su nacimiento hasta que el balón rueda sobre él. «La empresa francesa Sitoflor produce el césped en Burdeos para todo el sur de Europa. Para ello, un equipo de mantenimiento trabaja durante un periodo mínimo de un año. Transcurrido el tiempo se recolecta con las máquinas especiales y se consigue un césped muy homogéneo, que después tenga el mismo espesor y grosor en todas las partes del campo. El verde se recoge y en unos rollos 15 metros de largo por 1,20 de ancho».
«Una vez recogidos los tapetes de césped, se transportan entre unos 22 y 25 camiones frigoríficos para mantener la temperatura en un óptimo nivel, que debe ser de -5ºC. Una vez que el césped ha llegado al estadio debe colocarse de forma mecánica y rápida para evitar que la planta sufra estrés. El tiempo máximo es de dos días», explica Eudald.
Siempre hemos escuchado aquello de que antes de jugar un partido en un césped recién plantado el verde debe asentarse. Sin embargo, gracias a las últimas tecnologías, «se puede jugar a las pocas horas de la colocación», explica el director general.
Su repercusión y su expansión en poco más de una década llevaron a la empresa a colocar el césped de siete de los 12 estadios del Mundial de Brasil 2014. Convencieron a los brasileños y en 2016 recolocarán el césped en los seis estadio de los JJ.OO de Río.
Una vez que el césped luce en el estadio, son vitales los cuidados posteriores. Eudald explica que «no se coloca el mismo césped en el campo del Betis o en el del Barcelona debido a cuestiones como la temperatura o la humedad. Pero la clave está en el mantenimiento. El césped no se regenera espontáneamente en el estadio, porque la mayoría son cubiertos y le falta sol. Para contrarrestarlo utilizamos luces artificiales y ventiladores».
Cada equipo varía la altura del césped en función de su estilo de juego y las preferencias del entrenador, pero la medida óptima está entre «22 y 25 milímetros. También depende de las especies y de la época del año», finaliza Eudald Morera.
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